¿Os acordáis de cuando erais pequeños y estabais tan emocionados que no podíais parar de saltar? A ciertas edades, ya no es bonito eso de ponerse a saltar en cualquier sitio… sería 50% cómico y 50% patético. A lo que voy, así me sentía esta mañana cuando iba en el bus camino del trabajo pensando en el concierto de esta noche. Como ya sabéis muchos, tengo tantos buenos sentimientos que me gustaría compartir, que a veces no encuentro la manera de expresarlos ni con hechos ni con palabras. Más de un confidente hay por ahí que está enterado de todas estas reflexiones profundas que invaden mi espíritu, tanto en los momentos positivos como en los negativos. Espero no haberme puesto a divagar y que los que de verdad me conocen sepan a lo que me refiero (el que no, que pregunte porque o bien no se entera de nada o…).
En esta mierda de vida, a algunos nos ha tocado tener mala suerte en ciertos aspectos, y eso es como una cruz que hay que llevar de la mejor manera posible. Quiero dedicar esto a todas las personas que me he ido encontrando en el camino, y que de alguna forma u otra, me han decepcionado y no han hecho nada para remediarlo. Quizá la culpa sea mía por no haber hablado a tiempo y haberme conformado con la desilusión de haber dado más de lo que otros han podido aceptar, disfrutar o digerir. Seguro que es así.
Después de todo, queda GENTE, que se tiene que escribir en mayúscula porque son así, inmensos; que te llenan tan completamente, que todo lo anterior queda disipado con el desconcierto del pasado. Ahora me dirijo a todos ellos: gracias por estar siempre ahí, por demostrar que la vida merece la pena y por ofrecer esos ratos de emoción, de música, risas y sinceridad… a cambio de nada.
Y todo esto inspirado por Lenny Kravitz, mientras me estrujo las neuronas para no sonar siempre igual. Es verdad lo que escucho: “No one can live for me/ No one can see the things I see/ I walk this road, no one can tell me how to be/ it’s my destiny”. Nadie experimentará las cosas que percibo y siento de la misma forma, por eso todos tenemos la gran suerte de compartir nuestra visión propia y particular de Ozono3 (incluyo a los de dentro también).
Sumemos nuestras diferentes visiones esta noche, que al menos seremos unos cien ¿no? Seguro que con tan buenas vibraciones, la noche será memorable, mágica… y ETERNA. Un abrazo muy fuerte, desde el corazón.
P.D. Confieso que he saltado de alegría cual quinceañera en mi casa (uy uy uy).
En esta mierda de vida, a algunos nos ha tocado tener mala suerte en ciertos aspectos, y eso es como una cruz que hay que llevar de la mejor manera posible. Quiero dedicar esto a todas las personas que me he ido encontrando en el camino, y que de alguna forma u otra, me han decepcionado y no han hecho nada para remediarlo. Quizá la culpa sea mía por no haber hablado a tiempo y haberme conformado con la desilusión de haber dado más de lo que otros han podido aceptar, disfrutar o digerir. Seguro que es así.
Después de todo, queda GENTE, que se tiene que escribir en mayúscula porque son así, inmensos; que te llenan tan completamente, que todo lo anterior queda disipado con el desconcierto del pasado. Ahora me dirijo a todos ellos: gracias por estar siempre ahí, por demostrar que la vida merece la pena y por ofrecer esos ratos de emoción, de música, risas y sinceridad… a cambio de nada.
Y todo esto inspirado por Lenny Kravitz, mientras me estrujo las neuronas para no sonar siempre igual. Es verdad lo que escucho: “No one can live for me/ No one can see the things I see/ I walk this road, no one can tell me how to be/ it’s my destiny”. Nadie experimentará las cosas que percibo y siento de la misma forma, por eso todos tenemos la gran suerte de compartir nuestra visión propia y particular de Ozono3 (incluyo a los de dentro también).
Sumemos nuestras diferentes visiones esta noche, que al menos seremos unos cien ¿no? Seguro que con tan buenas vibraciones, la noche será memorable, mágica… y ETERNA. Un abrazo muy fuerte, desde el corazón.
P.D. Confieso que he saltado de alegría cual quinceañera en mi casa (uy uy uy).