“No tengo tiempo”, es la frase que más suelo repetir (los que me conocéis lo sabéis de sobra, creo) y no me gusta, no me quiero escuchar más decirlo, así que si me lo volvéis a escuchar, os doy permiso para que me regañéis y todo. Se está convirtiendo en casi mi lema y… ¿a qué había venido yo por aquí? Sí, a decir que en esta vida de mierda que vivimos, al menos hay momentos que son MEMORABLES, y que quedan para siempre. En este caso, el pasado sábado vivimos una de esas noches en las que uno da un millón de gracias a la vida por tener esos momentos, a veces tan escasos.
La palabra que mejor resume todo es EMOCIÓN, de esa que se te coge en el pecho y parece que el corazón se te va a salir, de esa de la buena como cuando te montas en la montaña rusa (al que le guste) y no puedes parar de reír.
Comenzamos con falta de información por evitar el trayecto en bus, creo que no me arrepiento de ello y llegamos (¡¡¡SIN PERDERNOS Y DEL TIRÓN A LA PRIMERA!!! seguro que era porque conducía “el lotro”) al mundo desierto de los polígonos industriales, donde observamos dos cosas:
1. No hacía tanto frío como pensábamos.
2. El sitio tiene buena pinta.
Pero es que por dentro no se queda atrás salvo por dos cosas:
1. Sorprendentemente en la zona de arriba de la disco o local o como se le quiera llamar, hay una reunión familiar con críos incluidos que ¡se están pegando un festival, cenando y todo! La muchachada campa a sus anchas por la pista mientras se incumplen varias leyes. Cosas que sólo pasan en los pueblos (sin ofender). Mete a un niño en la Kiu a ver qué pasa…ah, perdón, que eso ya lo hacen y ya sanemos lo que pasa.
2. Infame cortina del escenario, tipo “noche de fiesta”, faltaba el morenín y los muñecos, o ¿no actuaron después de nuestros niños? Quizás lo soñé.
Como siempre y para no variar, aprendedlo los que nunca hayáis ido a algún concierto: nunca hagáis caso a los cuatro dígitos del cartel, donde pone 23:00h aprox o similar, recordad por vuestro bien, no es cierto. Siempre habrá algo que lo retrasará, pero bien, le dará más emoción al tema ¿no?
Y después de los saludos pertinentes, de ver caras que hacía tiempo tenía muchas ganas ver y de que se medio llene el sitio, salen a demostrarnos por qué merece la pena esperar, por qué moverse a cada sitio en la medida de lo posible no pesa, y es que sin exagerar, te dan ilusión, ganas de vivir, esperanza y desprenden cosas bonitas y buenas, hasta te sientes mejor persona y todo, y no se te quita la sonrisa de la boca como una boba, porque te hipnotizan y contagian de todo lo que se debe de sentir ahí arriba. (Me inspira Stabbing Westward con “I Remember” en estas líneas, en honor a Vicente). Es una sensación tan inmensa que es muy complicado de explicar, tanto como decir que no te cabe en el pecho y en conclusión, te hacen sentir FELIZ. Primero por estar allí, después por tener la suerte de compartir tantos momentos inigualables.
Oh what a night!!! ¿Lo mejor? Todo, pero especialmente y siendo egoísta cuando se te acerca un tío, micro en mano, descamisado o casi, y contribuyes como puedes con la causa. Ya no me echo p’atrás más, jajajajaja.
Sólo espero que la familia ozonera siga creciendo, cada vez somos más y mejores.
Me marcho ya, gracias a todos por aguantarme, gracias a todos por perder este ratito leyendo, gracias a los que firmaréis, a los que no os atrevéis, a los que no saben qué poner y a los que ni se molestan, A todos, gracias por estar ahí y ser parte de este sueño.
Last but not least: queridos Ozono3, os quiero, no me cansaré de repetirlo over and over again. ¿Cómo ser original?
Nos vemos el 18 de enero… en casa.
La palabra que mejor resume todo es EMOCIÓN, de esa que se te coge en el pecho y parece que el corazón se te va a salir, de esa de la buena como cuando te montas en la montaña rusa (al que le guste) y no puedes parar de reír.
Comenzamos con falta de información por evitar el trayecto en bus, creo que no me arrepiento de ello y llegamos (¡¡¡SIN PERDERNOS Y DEL TIRÓN A LA PRIMERA!!! seguro que era porque conducía “el lotro”) al mundo desierto de los polígonos industriales, donde observamos dos cosas:
1. No hacía tanto frío como pensábamos.
2. El sitio tiene buena pinta.
Pero es que por dentro no se queda atrás salvo por dos cosas:
1. Sorprendentemente en la zona de arriba de la disco o local o como se le quiera llamar, hay una reunión familiar con críos incluidos que ¡se están pegando un festival, cenando y todo! La muchachada campa a sus anchas por la pista mientras se incumplen varias leyes. Cosas que sólo pasan en los pueblos (sin ofender). Mete a un niño en la Kiu a ver qué pasa…ah, perdón, que eso ya lo hacen y ya sanemos lo que pasa.
2. Infame cortina del escenario, tipo “noche de fiesta”, faltaba el morenín y los muñecos, o ¿no actuaron después de nuestros niños? Quizás lo soñé.
Como siempre y para no variar, aprendedlo los que nunca hayáis ido a algún concierto: nunca hagáis caso a los cuatro dígitos del cartel, donde pone 23:00h aprox o similar, recordad por vuestro bien, no es cierto. Siempre habrá algo que lo retrasará, pero bien, le dará más emoción al tema ¿no?
Y después de los saludos pertinentes, de ver caras que hacía tiempo tenía muchas ganas ver y de que se medio llene el sitio, salen a demostrarnos por qué merece la pena esperar, por qué moverse a cada sitio en la medida de lo posible no pesa, y es que sin exagerar, te dan ilusión, ganas de vivir, esperanza y desprenden cosas bonitas y buenas, hasta te sientes mejor persona y todo, y no se te quita la sonrisa de la boca como una boba, porque te hipnotizan y contagian de todo lo que se debe de sentir ahí arriba. (Me inspira Stabbing Westward con “I Remember” en estas líneas, en honor a Vicente). Es una sensación tan inmensa que es muy complicado de explicar, tanto como decir que no te cabe en el pecho y en conclusión, te hacen sentir FELIZ. Primero por estar allí, después por tener la suerte de compartir tantos momentos inigualables.
Oh what a night!!! ¿Lo mejor? Todo, pero especialmente y siendo egoísta cuando se te acerca un tío, micro en mano, descamisado o casi, y contribuyes como puedes con la causa. Ya no me echo p’atrás más, jajajajaja.
Sólo espero que la familia ozonera siga creciendo, cada vez somos más y mejores.
Me marcho ya, gracias a todos por aguantarme, gracias a todos por perder este ratito leyendo, gracias a los que firmaréis, a los que no os atrevéis, a los que no saben qué poner y a los que ni se molestan, A todos, gracias por estar ahí y ser parte de este sueño.
Last but not least: queridos Ozono3, os quiero, no me cansaré de repetirlo over and over again. ¿Cómo ser original?
Nos vemos el 18 de enero… en casa.